Francisco Javier Alonso Delgado se dedica profesionalmente a la música desde 1982. Toca el piano desde los nueve años y sus estudios musicales lo llevaron a titularse en las especialidades de Piano y de Solfeo, Teoría de la Música, Repentización y Acompañamiento. Actualmente se dedica a la docencia, pero también ha participado en conciertos y grabaciones.
Madrileño de nacimiento y aún en su acento al hablar, reside en Sevilla desde 2002 y a efectos cofradieros es un sevillano más; de hecho, en Semana Santa es fácil encontrarlo viendo las distintas hermandades a la vez que sigue con atención las retransmisiones radiofónicas. En su catálogo compositivo encontramos hasta 24 marchas procesionales —además de la instrumentación de otras tres—, que le han valido para conseguir dos segundos premios en certámenes de marchas en Zamora. Además es uno de los autores más prolíficos de música de capilla en los últimos años; Santa Cruz, Los Javieres, El Cristo de Burgos, La Corona y La Vera Cruz, además de Las Penas de Málaga, Aceituneros de Utrera y Los Siete Dolores de Madrid, son las hermandades que cuentan en su patrimonio musical con alguna composición de su autoría.
Pasamos a conocer un poco mejor a este excelente músico.
La primera pregunta no será nada original porque se la habrán hecho muchas veces, pero aun así es obligada: ¿cómo se enamora un madrileño de la Semana Santa de Sevilla?
Simplemente viniendo una primera vez. Desde entonces no he faltado nunca a la Semana Santa de Sevilla. Cuando residía en Madrid, mi hotel sevillano estaba reservado desde el Domingo de Resurrección para el Viernes de Dolores siguiente. Después, como ya sabéis, he establecido mi residencia en Sevilla y desde 2002 soy un sevillano más.
Pero la música llegó a su vida antes que las cofradías. ¿Se inició en la misma por afición, por tradición familiar…?
Efectivamente, siempre he dicho que antes que todo soy músico. En casa, aunque no había ningún músico, había sensibilidad musical. También fueron fundamentales las clases de música que recibí en el colegio Agustiniano de Madrid con el Padre Félix Remón, una persona fundamental en mi trayectoria musical. La consecuencia de todo esto es que empecé a tocar el piano y desde hace años vivo de la música.
Uniendo su faceta musical a la cofradiera, ocupó durante casi un año el cargo de subdirector de la extinta Banda de Música de la Esperanza de Triana. ¿Qué tal fue la experiencia de la calle y de desfilar con la banda en Semana Santa?
La experiencia fue enriquecedora. Tuvo puntos inolvidables en lo bueno y otros puntos más negativos, de hecho, en junio de 2003, la banda se disolvió.
En la calle fue una vivencia muy intensa, a pesar de que ese año no pudimos comenzar la Semana Santa hasta el Jueves Santo.
En cuanto a la composición, su primera marcha procesional se la dedica a Madre de Dios de la Palma. ¿Especial devoción a la imagen o fruto de un encargo?
Fue por pura casualidad. En aquellos momentos yo vivía en Madrid y eran los primeros tiempos de internet. Muchas de mis noches transcurrían en el chat de irc Cofradías, donde estábamos muchos cofrades de toda España. Entre ellos estaba Ángel Alcaide, director de la Banda de la Esperanza de Triana. Charlando una noche con él sobre el disco que iba a grabar la banda «Así suena Sevilla, Miércoles Santo», surgió el encargo de componer una marcha para la Titular de la Hermandad del Cristo de Burgos. Ahí empezó todo.
Posteriormente y con cierta inmediatez comienza a recibir encargos de diversos puntos de Andalucía y compone marchas para Málaga, Granada, Sevilla o Sanlúcar de Barrameda. ¿Cómo llegan esos encargos de puntos tan dispares?
Fue una consecuencia natural. El primer encargo fue del cofrade malagueño Enrique Salvo, en nombre de varios hermanos de las Penas de Málaga, para componer una marcha para su Titular.
Posteriormente, Juan Jurado, presidente de la Banda de la Paz de Málaga, tras ensayar la marcha de las Penas, me encarga marchas para las hermandades malagueñas de la Sangre y Monte Calvario.
José Antonio López Camacho, director entonces de la Banda Julián Cerdán de Sanlúcar de Barrameda, que en esa época acompañaba a la Hermandad del Cristo de Burgos de Sevilla (y que, por lo tanto, conocía bien Madre de Dios de la Palma), me encargó dos marchas: una para los Javieres de Sevilla y otra para la Virgen de la Estrella de Sanlúcar.
Todo ha sido muy natural. A unos encargos le han salido otros…
Según comenta en otra entrevista, antes de iniciarse en la composición de marchas se empapó de la música cofradiera, analizando una gran cantidad de obras. ¿Qué autores admira especialmente?
El compositor de música cofrade que más admiro, sin que por esto desmerezca a otros, es don Pedro Gámez Laserna.
Tengo también gran predilección por los Font (especialmente por Manuel Font Fernández y Manuel Font de Anta), Germán Álvarez Beigbeder, López Farfán, Martínez Peralto, Lerate, Pantión, Braña, Morales… De los músicos actuales me parecen muy interesantes Manuel Marvizón, Jesús Ciero y David Hurtado.
Muchas veces se dice que el silencio también es música. Pero desde su punto de vista, ¿qué puede aportar la música (ya sea de banda, de trío o cuarteto de viento, coral…) a un paso o a un trono?
Sin duda el silencio también es música, sobre todo cuando acompaña a un Paso en Semana Santa.
No obstante, creo que la música sublimiza todo a unos niveles insospechados, tanto una procesión como cualquier otra actividad de la vida.
Además de músico, es usted un cofrade que vive la Semana Santa a pie de calle, por lo que con ambas facetas puede dar una opinión sobradamente fundada sobre el estado actual de la música que suena durante la misma. ¿Cómo ve la música procesional en las cofradías? ¿Van mejorando los repertorios tal y como se dice muchas veces?
Estamos viendo de todo. Repertorios que han mejorado mucho de diez años a esta parte, repertorios que experimentaron una mejoría pero que posteriormente han sufrido una involución, volviéndose a interpretar marchas de una calidad más que discutible o repertorios que han mantenido un nivel musical similar al que tenían hace diez años, tanto en lo bueno como en lo menos bueno.
El gran problema de esto es el hecho de que de música opina todo el mundo: tanto el que sabe como el que cree que sabe por el hecho de tener unos cuantos CD en casa.
Creo que actualmente son unas pocas las hermandades que se toman el acompañamiento musical en serio. Muchas de las demás se dejan llevar por los caprichos (muy dudosos casi siempre) de unos pocos, generalmente poco formados musicalmente y por las modas.
Pasamos ahora a la materia que más concierne a esta web. Cuando una persona viene y conoce nuestra Semana Santa, a priori cabe pensar (o al menos servidor lo piensa) que va a quedar más impresionada por la parte más alegre, luminosa y, digamos, efectista de la misma, ámbito totalmente opuesto al de la música de capilla. ¿Cómo llegó a fijarse en este género?
Como comentas, lo primero en lo que te fijas es en lo bien que suenan Pasan los Campanilleros o Coronación de la Macarena, pero poco a poco vas profundizando en aquello más recogido y, quizás, más auténtico. Eso lleva a la música de capilla.
¿Su primera pieza de capilla nació por encargo o la escribió motu proprio?
No hubo encargo alguno. Fue una idea mía el realizar unas piezas de capilla para la Hermandad del Cristo de Burgos para complementar a la marcha que les dediqué. Tengo que decir que desde el primer momento me sentí muy cómodo componiendo música de capilla.
La idea del Vía crucis al Santísimo Cristo de las Misericordias, con una pieza de capilla para cada estación, fue la primera con esas características (o al menos a mí no me consta ningún precedente similar). ¿Cómo surge su composición?
El día del Corpus de 2003 decidí hacer esta serie de piezas de capilla. Inicialmente no tenía muy clara la dedicatoria, pero según avanzaba la composición de cada una de las piezas, tuve muy claro el destinatario.
Me puse manos a la obra con la idea el 27 de junio y lo concluí el 11 de septiembre.
Desde un punto de vista más técnico y musicológico, ¿cómo definiría su estilo a la hora de componer capillas?
Creo que muy sencillo, como lo es este tipo de música. Intento ser muy directo y llegar al fondo de unción religiosa y de recogimiento que creo que se debe conseguir. Aún así, procuro que cada pieza tenga un carácter especial, introduciendo elementos técnicos poco habituales en el género.
En su amplia producción vemos que siempre ha compuesto para oboe, clarinete y fagot y nunca lo ha hecho para ningún tipo de cuarteto. ¿Por algún motivo en especial?
Siempre he pensado en el grupo tradicional de trío, aunque pensándolo un poco, se podría conseguir mayor riqueza musical con el cuarteto. La verdad es que aún no ha surgido la oportunidad de hacerlo.
En los últimos años su faceta compositiva se ha prodigado poco tanto en marchas como en capillas. ¿Volverá a componer música de capilla o la composición es algo que tiene aparcado?
Ya en el año 2006 tomé la decisión de reducir drásticamente la composición de marchas y de capillas. Esto, en un principio, era una forma de evitar la saturación y conseguir una mayor frescura en mi música.
También hay que reconocer que dedicar tus esfuerzos, casi siempre (por no decir siempre) gratuitos, a este mundo de la música de Semana Santa conlleva muchas satisfacciones, pero más de un sinsabor (más de los deseables) que obligan, quieras o no, a replantearte muchas cosas. Lo cierto es que duele mucho que una obra tuya descanse «el sueño de los justos» en el fondo de un cajón, simplemente por el capricho de alguien que con toda seguridad no está ni de lejos capacitado para tomar una decisión como esa.
Desde que compuse en noviembre de 2013 mi última marcha hasta ahora (María Santísima de la Paz, para la hermandad de la Borriquilla de Jaén) no he compuesto nada para la Semana Santa. Tendré que esperar a que vuelvan la inspiración y las ganas de componer. Aún así, no cierro ninguna puerta.
Al hilo de la pregunta anterior, ¿hay alguna imagen a la que se haya quedado con las ganas de escribirle música (no necesariamente de capilla)?
Unas cuantas. Tengo encargos esperando de varias hermandades de Sevilla, Córdoba, Cádiz, Alcalá del Río y San Juan de Aznalfarache. Espero poder cumplir con ellos en algún momento.
¿Ha tenido la suerte de vivir algún momento especial o emocionante con alguna imagen a la que le estuvieran interpretando música de capilla compuesta por usted?
Recuerdo con especial cariño el estreno de algunas de las piezas del Vía Crucis interpretadas al Cristo de las Misericordias, tanto en los cultos cuaresmales del año 2004 (donde, incluso, se me invitó a portar el Cristo sobre mi hombro) como en Semana Santa.
También guardo un gran recuerdo del Vía Crucis del Cristo de las Almas en el que se interpretaron las piezas que dediqué a la Hermandad de los Javieres, de la que soy hermano.
Y ya para terminar, soñemos un poco: ¿alguna imagen a la que le gustaría ver acompañada por música de capilla?
Lo he dicho muchas veces en mi hermandad de los Javieres: al Cristo de las Almas.
Muchas gracias por su atención. Todo un honor poder entrevistar a uno de los compositores contemporáneos más relevantes para este género musical.
Entrevista elaborada por Javier Martínez Macarro
para Capilla Musical Pasión.
En Sevilla, Cuaresma de 2016.
Cómo antiguo alumno de los agustinianos de Madrid, me agrada mucho y te honra más la referencia al padre Félix. Yo, que no estoy dotado para la música, le tenía casi terror a él y a sus mixtos, pero casi 40 años después, le recuerdo a él y a toda la comunidad agustiniana de aquellos años 70 y 80 con tremendo cariño y agradecimiento por cuánto, y cómo, nos enseñaron. Un abrazo, amigo.